Me he sentado a escribir el prompt para generar este artículo y, como siempre, la primera frase ha sido la más fácil y la más difícil. La más fácil porque el tema a tratar siempre lo tengo claro antes de empezar. La más difícil por esa resistencia que genera el espacio en blanco donde las ideas aún no existen. Pero a medida que empiezo a explicarle a mi asistente en Claude qué quiero, cómo lo quiero, qué matices me importan, qué referencias incluir… algo va cambiando. Las conexiones empiezan a emerger, los conceptos difusos encuentran forma. No estoy dando instrucciones, estoy pensando. El acto de escribir el prompt despierta mi comprensión del tema mismo. Y ahí está la paradoja: escribir un buen prompt no es solo una forma de obtener mejores respuestas de la IA. Es una forma de pensar mejor.
Cuando nos sentamos a escribir un prompt, la tentación es obvia: tres líneas rápidas y a esperar la respuesta. ¿Para qué dedicar diez minutos a elaborar una instrucción detallada? Pero esta lógica de la eficiencia ignora algo fundamental: el esfuerzo de escribir el prompt no es un costo, es una inversión cognitiva.
Pensemos en lo que realmente ocurre. Cuando nos obligamos a articular con precisión qué necesitamos, qué contexto es relevante, qué matices importan, no solo estamos mejorando el output de la IA. Estamos ordenando nuestro propio pensamiento. Esa idea con bordes difusos tiene que convertirse en palabras concretas, y en ese proceso de traducción mental sucede algo: lo que era confuso empieza a aclararse. Las contradicciones se hacen visibles. Las lagunas emergen. El simple acto de tener que explicarlo con palabras nos obliga a entenderlo mejor.
Pero hay algo más. Las palabras específicas que elegimos para formular el prompt no son neutrales. El lenguaje moldea activamente cómo pensamos sobre el problema. Cuando describimos algo como un «usuario» en lugar de una «persona», cuando hablamos de «optimizar» en vez de «mejorar», no estamos simplemente eligiendo sinónimos. Cada palabra convoca marcos mentales diferentes, abre caminos de pensamiento distintos. «Usuario» nos lleva hacia lo funcional y lo medible. «Persona» nos arrastra hacia lo humano y lo complejo. No son etiquetas intercambiables sobre la misma realidad, sino puertas hacia realidades diferentes.
Escribir prompts no es lineal, es cíclico. El lenguaje que usamos moldea nuestro pensamiento. Ese pensamiento refinado mejora el prompt. El prompt mejorado vuelve a transformar nuestra comprensión. Es un ciclo de retroalimentación donde cada iteración no solo mejora la respuesta de la IA, sino que expande nuestra capacidad cognitiva. Estamos usando el lenguaje como herramienta de construcción mental. George Orwell lo advirtió: las frases hechas y el lenguaje automático «pensarán por ti hasta cierto punto». Pero la contrapartida es potente: el uso deliberado del lenguaje amplifica nuestra capacidad cognitiva. Cada término preciso que dominamos no es solo una herramienta comunicativa. Es un instrumento de pensamiento, una lente que permite ver aspectos que antes eran invisibles.
Escribir obliga a decidir: qué incluir, cómo ordenar, qué palabras usar. Cada decisión léxica activa circuitos neuronales y fortalece conexiones sinápticas.
Vivimos en una era donde la IA genera texto instantáneamente. ¿Para qué esforzarnos si la máquina puede compensar nuestras imprecisiones? Pero esto invierte la jerarquía de valores. Escribir un prompt detallado no es valioso solo porque mejore el output. Es valioso porque transforma al escritor. La escritura nos obliga a confrontar las lagunas en nuestra comprensión, las inconsistencias en nuestro razonamiento. Y el lenguaje específico que empleamos determina qué lagunas podemos detectar, qué inconsistencias podemos articular. Estamos desarrollando marcos cognitivos según el vocabulario de nuestros prompts.
Además, escribir el prompt completo libera recursos mentales. En lugar de mantener todos los aspectos del problema en la memoria mientras analizo el output, el prompt funciona como memoria externa. Preserva objetivos, contexto y criterios, permitiendo que nos concentremos en evaluar la calidad de lo que recibimos.
El proceso iterativo cobra nueva dimensión cuando prestamos atención al lenguaje: ¿Estoy usando términos vagos donde podría ser específico? ¿Una metáfora diferente abriría perspectivas nuevas? Con cada iteración mejoramos nuestra capacidad para conceptualizar problemas y articularlos con precisión. Desarrollamos conciencia metacognitiva y metalingüística: reflexionar sobre mi pensamiento y sobre cómo mi uso del lenguaje lo está configurando.
La lentitud no es defecto, es característica. La instantaneidad de la IA puede crear la ilusión de comprensión inmediata, pero el conocimiento genuino requiere tiempo. Requiere que las estructuras neuronales se estabilicen, que el lenguaje se integre profundamente en nuestros esquemas cognitivos.
Desarrollar un lenguaje rico para formular prompts es desarrollar una capacidad cognitiva expandida, un rango mayor de realidades que podemos percibir y explorar.
La próxima vez que escribas un prompt, resiste la brevedad apresurada. Dedica tiempo. Elabora. Presta atención a cada palabra. No solo por el output que recibirás, sino por la transformación que experimentarás. Escribir un buen prompt no es una habilidad técnica. Es cultivo cognitivo. Una forma de pensar mejor, comprender más profundamente, construir arquitecturas mentales más sólidas.
El esfuerzo de escribir este prompt ha sido su propia demostración. Empezó difuso, pero palabra a palabra, el pensamiento encontró forma. No solo produje un texto. Expandí mi comprensión de cómo lenguaje, pensamiento y escritura se entrelazan. Esa es la promesa de la escritura reflexiva, incluso cuando escribimos para las máquinas. Porque al final, no escribimos para las máquinas. Escribimos a través de ellas, para nosotros mismos, para expandir los territorios cognitivos que podemos explorar. Y esos territorios están hechos, fundamentalmente, de lenguaje.
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Escrito con ayuda de un asistente IA para documentación y entrenado con mis textos previos, entre ellos ha tenido un peso relevante Lenguaje y realidad.