En la creación de productos digitales, asistimos a un cambio profundo. La inteligencia artificial, con su abaratamiento de costes y su facilidad de uso, nos abre un camino antes impensable: la hiperpersonalización de las aplicaciones. Es como si volviéramos a la artesanía, pero a una escala completamente nueva.
La revolución industrial y la estandarización nos trajeron productos más baratos, sí, pero también más uniformes. El trabajo manual, lo artesano, quedó relegado a ámbitos muy específicos, a menudo ligados al lujo. Pensemos en la diferencia entre un traje hecho a medida por un sastre y el mundo del fast fashion, o en un instrumento creado por un luthier en comparación con uno de fábrica. La sociedad experimentó un gran cambio, con acceso a productos cada vez más asequibles, pero también cada vez más parecidos entre sí. La industrialización, en cierto modo, dejó de lado lo individual.
Sin embargo, la tecnología avanzó y las empresas comenzaron a integrar ciertos niveles de personalización en sus procesos. Poder grabar tu nombre en unas zapatillas Nike o añadir un texto láser a un iPod se convirtió en algo real. Pequeños gestos que rompían esa homogeneidad.
En el mundo del software vimos una evolución similar. Pasamos de la estantería genérica de cintas VHS del escaparate de un Blockbuster a las recomendaciones personalizadas que nos ofrece Netflix basadas en nuestros gustos. Incluso Apple, en iOS, ha cedido a esta tendencia, permitiendo a los usuarios personalizar su pantalla de inicio. Algo que era impensable hace poco tiempo, aunque en Android ya existía desde hace años.
Y ahora, la inteligencia artificial entra en escena, abaratando los costes de desarrollo, investigación y diseño para la creación de aplicaciones. A esto se suma que cualquier persona con unos conocimientos básicos puede usar herramientas como Lovable, v0 o Bolt para solucionar ese pain suyo que las grandes empresas no habían atendido hasta ahora.
Estos avances hacen que diseñar y desarrollar funcionalidades específicas para cada persona sea, por fin, una posibilidad real. Es un cambio gracias al que la tecnología puede volver a poner el foco en lo individual, en las necesidades únicas de cada usuario.
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