Nostalgia

Banda Sonora: Los Piratas - Ultrasónica (Spotify) (Iba a enlazar sólo Años 80, pero este disco es demasiado bueno)

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Hace unas semanas, no sé los motivos, voy a culpar a la inmensidad de internet, acabé por interesarme por la movida de los 80.

Esa movida madrileña que se escribió con V de Vigo.

Siendo vigués crecí sabiendo que la ciudad es cuna de grupos como Siniestro Total, Aerolíneas Federales, Os Resentidos o Golpes bajos. Todos hijos de la más absoluta post-modernidad, del todo vale producto de la Transición y el contrapunto a años de represión. Todo muy rebelde y artístico, todo muy naïf.

En todo caso nunca he sido muy fan de esa música ni de ese movimiento, tal vez porque nunca le he prestado la debida atención.

A mí los grupos de Vigo que me han dejado huella son Kannon y Los Piratas y, por supuesto, aquellos de los que, por un motivo u otro formé parte. Especialmente Killer Barbies y, por supuesto, HiFiStamina (que formé con unos amigos que lo siguen siendo 20 años después).

La Movida y los 80 no me han interesado nunca, nada.

Y siguen sin hacerlo.

El asunto es que, por pura curiosidad y dejando todos mis prejuicios de lado, me dio por ponerme el EP No mires a los ojos de la gente de Golpes Bajos, concretamente el tema Malos tiempos para la lírica.

Y me estalló la cabeza.

No por su calidad musical, o por lo poético de su letra, si no por el feeling.

El feeling que me produjo fue de nostalgia, de una época no vivida de un sitio en el que nunca he estado.

El mismo feeling que me produce el City Pop y, en especial, uno de sus principales exponentes: Mariya Takeuchi.

El City Pop es un género que también se desarrolló durante los 80, pero en Japón, a casi 11.000 Km. de distancia. Nació en plena burbuja financiera y, en gran parte, sus letras desprenden un hedonismo salvaje. Sólo hay que tomar como referencia el hit de Takeuchi “Plastic love”. Amor, sí, pero al plástico: a las tarjetas de crédito.

Era un momento pre-internet, en el que el acceso a música del otro lado del mundo era prácticamente inexistente. Y, sin embargo ahí estaban, Tokyo y Vigo, Vigo y Tokyo, unidos por el mismo Zeitgeist.

Golpes Bajos habla de “malos tiempos para la lírica”, mientras que Takeuchi habla del amor a lo material, a lo artificial. Lo mismo, pero expresado de manera diferente. El Zeitgeist, golpeando duro.

Para redondear mi fascinación por ese fino hilo de conexión transcontinental ochentera, un par de días más tarde descubrí en YouTube el Tiny Desk de C. Tangana.

No tengo palabras para expresar lo maravilloso que me parece, te recomiendo encarecidamente que le dediques los 15 minutos que dura:

La mezcla de sobremesa cañí y lo actual (vocoder, autotune, sinte), que podría ser una mezcla entre Scarface y Jersey Shore, me parece ejecutada con un gusto exquisito: desde las actuaciones al juego de cámara, el atrezzo y esa maravillosa luz que acompaña el momento. Si mezclar géneros continuara creando polémica probablemente estaríamos presenciando unas discusiones del calibre de cuando Camarón publicó La Leyenda del Tiempo.

Sin embargo, lo que más me llamó fue, de nuevo, el feeling. Porque cuando ves a El Madrileño en ese ambiente no puedes evitar tener nostalgia, probablemente de un sitio en el que no has estado. Sólo hay que ver los comentarios, alguno de ellos replica tal cual lo que Takeuchi me hace sentir desde hace años:

  • “This performance makes me homesick for a place I’ve never even been.”

  • “Ni siquiera soy de España y soy de Honduras pero sentí como si fuera de allá y me dieron ganas de bailar, ¿alguien más lo sintió?”

  • “Nunca he ido a España, pero cada vez que veo esto lloro de alegría.”

De nuevo, la importancia de la narrativa y el crear mundos que consiguen conectar a diferentes culturas y épocas.

Como Wong Kar Wai creando nuevas sensaciones basadas en la contraposición de personajes y ambientes asiáticos sumergidos en tangos.

Como Hiroshi Sugimoto en sus Seascapes, que él mismo califica de time arrows. En los que busca capturar aquello que podemos ver ahora de la misma manera que lo que podían ver otras personas en la antigüedad. Esa obsesión de Sugimoto por captar tramos de tiempo en una sola imagen.

time arrow.jpg

Como la isla de Lost, que no deja de ser una representación del subconsciente colectivo en la que es reúnen los protagonistas de la serie.

O como en Ubik, de Philip K Dick.

Y así podríamos encontrar infinidad de ejemplos.

Es posible que todos tengamos ganas de pertenecer a un mundo que nunca ha existido o de converger en el que estamos creando.

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Apunte

El grunge apareció debido a que la Seattle pre-internet tenía muy malas conexiones con el resto del país y, por lo tanto, desconocían los movimientos musicales que se desarrollaban en esos momentos.

A veces, para hacer algo totalmente, original, lo mejor es estar desconectado del mundo.

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